Desde tiempos remotos, con la llegada de los meses fríos las personas acostumbran a consumir alimentos más altos en aportes calóricos para contrarrestar el efecto de las bajas temperaturas, pero actualmente pasamos gran parte de nuestro tiempo en lugares calefaccionados, por lo que en realidad nuestras necesidades energéticas no varían tanto con los cambios climáticos.
Lo más importante durante los meses fríos es mantener hábitos alimenticios que
nos permitan contar con nutrientes que colaboren a mejorar nuestras defensas y mantener un peso saludable.
Los cítricos, como naranjas, mandarinas, limones y pomelos, son ricos en vitamina C, y esto los hace esenciales para fortalecer el sistema inmunológico y combatir resfrios y gripes. Además, su consumo ayuda a mejorar la absorción de hierro y contribuye a una piel saludable.
Una excelente fuente de energía proviene de los tubérculos: papas, batatas y zanahorias, pueden aportarnos vitaminas y minerales esenciales (como potasio y vitamina A). Además de darnos energía, nos ayudan a mantener la salud ocular y la piel.
Se recomienda no disminuir la ingesta de frutas y verduras durante el invierno.
Espinacas, acelgas y brócoli son ricas en hierro, calcio y vitaminas A, C y K. Estos nutrientes son esenciales para mantener la salud ósea y del sistema inmunológico. Además, su alto contenido en fibra ayuda a mantener una buena digestión. Estas verduras pueden combinarse con legumbres, como lentejas, garbanzos y porotos, que son una fuente excelente de proteínas vegetales, fibra y minerales como el hierro y el magnesio. Esta combinación es ideal para preparar platos calientes y nutritivos que aporten energía y mantengan la sensación de saciedad.
Otros grandes aliados a la hora de elegir grasas saludables son las nueces, almendras, avellanas, semillas de chía y lino ya que son ricos en ácidos grasos omega-3, vitamina E y proteínas. Estos nutrientes ayudan a mantener la salud cardiovascular y proporcionan energía de larga duración.
Además, son perfectos para añadir a ensaladas, yogures y postres. y si de grasas saludables hablaremos, no debemos olvidar pescados como el salmón, la caballa y las sardinas que también son ricos en ácidos grasos omega-3, tienen propiedades antiinflamatorias y son beneficiosos para la salud cardiovascular. Además, aportan vitamina D, que es esencial en los meses de invierno cuando la exposición al sol es limitada.
Los caldos y sopas son preparaciones sencillas en las que podemos incorporar gran variedad de verduras, carnes y legumbres.
Estos alimentos pueden ingerirse en caldos y sopas ya que son ideales para mantenerse hidratado y caliente durante el invierno. Pueden prepararse con una variedad de verduras, legumbres y carnes, proporcionando una comida completa y nutritiva. Los caldos de huesos, en particular, son ricos en colágeno y minerales que benefician la salud de las articulaciones y la piel.
Incorporar estos alimentos en la dieta durante el invierno nos ayudará a mantenernos saludables, llenos de energía y protegiéndonos contra las enfermedades típicas de esta estación. Recuerda que una alimentación equilibrada, acompañada de una hidratación adecuada, porciones moderadas y un estilo de vida activo, son claves para disfrutar de un invierno saludable.