El té es una de las bebidas más antiguas y apreciadas en el mundo, posee una interesante historia y una amplia variedad de tipos y sabores. Este brebaje es superado en popularidad solamente por el agua. Pero, ¿sabías que ciertos tipos de té pueden ser ideales para diferentes condiciones climáticas? Desde el refrescante té verde en un día caluroso hasta el reconfortante té negro en una tarde lluviosa, explorar la relación entre el té y el clima puede enriquecer tu experiencia y hacer que disfrutes cada sorbo al máximo.
Inicialmente, el té era consumido como un tónico medicinal. Con el correr de los años su popularidad fue creciendo transformándose en una bebida mística alrededor de la que surgieron diversas tradiciones y rituales. La costumbre de utilizar hojas de la planta del té para darle un agradable sabor al agua hervida se remonta al año 250 AC en China.
Esta bebida fue tan importante para la cultura china que incluso tuvo su Edad de Oro (durante la dinastía Tang) y su libro sagrado, el Cha Sing o Arte Clásico del Té: allí se detalla muy poéticamente las diversas técnicas y formas de prepararlo. El té ha contribuido también al desarrollo de la famosa cerámica China, ya que se desarrollaron utensilios para consumirlo que caracterizaban y diferenciaban la riqueza de quienes lo poseían.
A lo largo de los años, diversos rituales se han desarrollado alrededor de esta bebida.
En occidente, se volvió popular gracias a la Reina Catalina de Braganza que introdujo la costumbre de tomar el té en Inglaterra al casarse con el Rey Carlos II. Inicialmente sólo se consumía en las cortes británicas, dado a su alto costo, por lo que se lo asociaba como símbolo de refinamiento y estatus social. El hecho de que en 1748 se redujeran drásticamente los impuestos sobre el té posibilitó el aumento de su popularidad y consumo.
Las distintas variedades de té se diferencian por sus métodos de elaboración y el grado de oxidación o de fermentación que se producen por el contacto con el oxígeno o por microorganismos que convierten el azúcar en alguna otra substancia, respectivamente y modifican el sabor y color del producto. Hoy en día podemos identificar cuatro formas o variedades principales de té, ¿podríamos decir que existe un té especial para cada estación del año? ¡Aventuremonos a sacar conclusiones juntos!
El té verde, es un tipo de té no fermentado, ya que sus hojas se secan y son fragmentadas rápidamente después de ser recogidas. Es conocido por sus propiedades antioxidantes y su sabor ligero, más fresco que otros tipos de té, razón por la cual no se le suele agregar ni azúcar ni leche. Basándonos en estos datos, podríamos señalarlo como la elección perfecta para los días calurosos de verano.
Una opción ideal para días soleados y calurosos es servir té verde frío con un toque de limón: transformador así en una bebida refrescante que ayuda a hidratarse y a sentirse revitalizado durante el calor del verano.
El té negro, es conocido en Asia como té rojo. Es un té de oxidación completa y muy procesado que da lugar a una infusión oscura, con la mayor concentración de teína que el resto de los tés. Posee un sabor robusto y profundo, y quizás hayas oído hablar de sus variedades: Ceilán, Assam, Darjeeling y Sikkim.
Su complejo sabor y robustez lo convierten en la opción ideal para días de invierno y lluvias, ya que un té negro caliente, como el Earl Grey o el Assam, es perfecto para calentar el cuerpo y el alma durante los días de frío. Su alto contenido de cafeína también puede proporcionar un impulso de energía en mañanas grises.
El té blanco, uno de los menos procesados, tiene un sabor sutil y floral que captura la esencia de la primavera. Es llamado así porque los pelos en la parte inferior de las hojas dan a las hojas de té secas un color blanco plateado. Se utilizan para su producción hojas jóvenes del arbusto que no se han oxidado. El té blanco es conocido por su frescura y suavidad.
Días de Primavera: La delicadeza del té blanco es perfecta para los días templados de primavera, cuando la naturaleza comienza a florecer y el clima es moderado. Es ideal para disfrutar en una tarde tranquila al aire libre.
El té es una bebida que ha tenido un importante papel en la vida social y cultural de las personas alrededor del mundo por miles de años.
El té oolong, que se sitúa entre el té verde y el té negro en términos de oxidación, ofrece una gran variedad de sabores, desde los más ligeros y florales hasta los más robustos y tostados.Es conocido también como té azul, sus hojas son fermentadas la mitad del tiempo empleado en el té negro, son marchitados muy lentamente, y su proceso de oxidación es lento y sutil. Luego del cuarteado, el té desarrolla muchísimos compuestos aromáticos a flores y frutas que se verán reflejados en la taza.
La versatilidad de este té, lo hace ideal para los días de otoño, ya que con su gama de sabores, el té oolong puede adaptarse perfectamente a los días variables de esta estación. Un oolong ligeramente oxidado puede ser refrescante para los días cálidos, mientras que uno más tostado puede aportar calidez en las tardes frescas.
Dependiendo del método de elaboración y el grado de fermentación, se obtienen las diferentes variedades de té.
Además de las cuatro variedades más típicas y difundidas mundialmente, existen otras que amplían la gama de sabores que esta bebida puede ofrecernos. Al variarse el método de producción se da lugar a especialidades menos comunes, que van ganando también popularidad.
El rooibos, también conocido como té rojo sudafricano, es una infusión sin cafeína con un sabor dulce y terroso. Rico en antioxidantes, es una opción saludable y relajante. Esto lo distingue como un té ideal para cualquier estación, ya que es versátil y puede disfrutarse tanto caliente como frío, lo que lo hace adecuado para cualquier época del año. En invierno, una taza caliente de rooibos puede proporcionar confort, mientras que en verano, servido frío, es una opción refrescante.
Los tés de hierbas, como la manzanilla, la menta y el jengibre, ofrecen una variedad de sabores y beneficios para la salud. Estos tés no contienen cafeína y son apreciados por sus propiedades medicinales. Dependiendo de la hierba, estos tés pueden ser adecuados para diferentes condiciones climáticas. La menta es refrescante para el verano, la manzanilla es calmante para las noches frescas, y el jengibre puede ayudar a calentarse en días fríos.
Cada tipo de té tiene sus propias características que pueden complementar perfectamente diferentes estados del tiempo. Al elegir el té adecuado para cada estación, no sólo podes disfrutar de una bebida deliciosa, sino también mejorar tu bienestar y adaptarte mejor al clima. Así que, la próxima vez que prepares una taza de té, considera el clima y elegí la variedad que mejor se adapte a tus necesidades y al entorno.