En dos de cada 10 pescados que se consumen en México hay presencia de microplásticos, de acuerdo a un estudio dirigido por Greenpeace México y el Centro para la Diversidad Biológica, en el que participaron científicos de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, la Universidad Veracruzana y la Universidad Nacional Autónoma de México.
Para llevar a cabo las investigaciones, diseccionaron el estómago de varios ejemplares extraídos del golfo de México, California y Mar Caribe. En al menos el 20% de ellos se encontraron restos de microplásticos, principalmente restos de celofán, comunmente utilizado como envoltorio de regalos, alimentos y cintas adhesivas.
Aparte del papel celofán, se encontraron otros polímeros como: nylon, poliacrilato y poliéster (empleados en ropas y textiles), poliestireno y polipropileno (usados en la elaboración de contenedores), y poliacrilato y polipropileno, comunes en instrumentos eléctricos. Las especies de la muestra que fue analizada son vendidas localmente, como el pargo mulato, la lisa y el peto en Veracruz o el mero bobo en Puerto Morelos, Quintana Roo.
Los microplásticos presentes en el agua pasan a formar parte de las vísceras de 2 de cada 10 peces en México, de acuerdo a un reciente estudio.
En el caso de Veracruz, se encontró hasta dos veces más la presencia de peces contaminados con microplásticos. Según los expertos, esto podría ser por el impacto urbano y la mayor cantidad de residuos sólidos generados en este estado. Por el otro lado, la región con menos presencia fue la Paz, Baja California Sur, lo que puede estar relacionado con su baja densidad demográfica respecto a los otras entidades que participaron en el estudio.
En 2022, un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España publicó un estudio en Scientific Reports en el que aseguraban que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, además de producir una alteración del equilibrio en los microorganismos presentes.
Los microplásticos están presentes en distintos lugares del planeta (Reuters).
"Dada la posible exposición crónica a estas partículas a través de nuestra dieta, los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud", dijo Victoria Moreno, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), en la nota de prensa difundida por el CSIC.