Sustancias químicas, grandes proporciones de basura, diversos contaminantes acaban en los lagos, ríos, arroyos, aguas subterráneas y océanos de nuestro planeta. Esto afecta a millones de personas y ecosistemas, comprometiendo la salud pública, la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Continuamente, diversos estudios científicos nos alertan sobre la contaminación del agua en todo el mundo, lo que podría producir una inminente crisis sobre el agua dulce, de la que dependemos cada día.

La contaminación del agua es causada por distintos factores: son muchas las fuentes de contaminación que actualmente amenazan nuestro futuro: Fábricas y plantas industriales, por ejemplo, vierten sus residuos directamente en ríos, lagos y océanos sin un tratamiento adecuado. Estos desechos suelen contener metales pesados, productos químicos tóxicos y otros contaminantes peligrosos.

Nadie sospecharía de que el agua utilizada en los hogares para actividades cotidianas como lavar ropa, bañarse y cocinar podrían dañar a nuestro ecosistema, pero ellas se convierten en aguas residuales, que si no se tratan adecuadamente, pueden contaminar fuentes de agua potable. Otra fuente de contaminación proviene del uso excesivo de fertilizantes y pesticidas utilizados para la agricultura. El peligro se produce a través de la escorrentía, que arrastra estos productos químicos hacia ríos y acuíferos.

La contaminación del agua puede provocar problemas de salud humana, envenenamiento de la fauna y daños en el ecosistema a largo plazo.

Los desechos sólidos, especialmente los plásticos, terminan en cuerpos de agua, afectando la vida marina y contaminando el agua que eventualmente puede ser consumida por humanos. Los derrames accidentales de petróleo en los océanos tienen efectos devastadores sobre la vida marina y la calidad del agua.

Muchos de los impactos del cambio climático suelen ser especialmente graves para los países más pobres y que menos han contribuido a la contaminación de la atmósfera. Sin embargo, la acidificación de los océanos, provocada por el incremento de CO2 que es absorbido por los mares, podría tener un efecto más directo sobre los principales causantes del problema. Seis de los países más contaminantes –Estados Unidos, China, Japón, Canadá, Reino Unido y Corea– podrían ser de los más afectados, junto a otros de latitudes frías como Islandia, Noruega o Dinamarca, donde el impacto de la acidificación será previsiblemente más alto, y aquellos con grandes extensiones de arrecifes, como Australia, Indonesia, Filipinas o Belice.

La contaminación del agua tiene múltiples consecuencias negativas, para la salud humana por ejemplo ya que el agua contaminada puede transmitir enfermedades como el cólera, la disentería y la hepatitis A. También se ve afectada la seguridad alimentaria, puesto que puede verse afectada la producción de alimentos, ya que el agua contaminada no es adecuada para el riego de cultivos o el consumo de ganado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren alrededor de 505.000 personas por enfermedades relacionadas con el agua. Por su lado la ONU reSalta que 3.1 por ciento, es decir, 2.2 millones de personas mueren a causa del consumo de agua insalubre.

Los ecosistemas en general y los ecosistemas acuáticos en particular, sufren un impacto muy grande frente a la contaminación del agua, ya que los contaminantes pueden destruir hábitats acuáticos y matar peces, plantas y otros organismos marinos. Esto afecta la biodiversidad y el equilibrio ecológico. Esto a su vez, puede tener un impacto económico ya que la contaminación del agua impacta la pesca, el turismo y otras industrias dependientes del agua, causando pérdidas económicas significativas.

Más de 140 millones de toneladas de plásticos contaminan lagos, ríos y océanos del planeta.

De acuerdo con el ranking mundial de la UNESCO, en el que se analiza la calidad del agua de 122 países, estos serían los que tienen las peores condiciones: Bélgica, Marruecos e India, el primero de los países ofrece una buena calidad de vida a sus habitantes (a diferencia de los otros dos) pero sus aguas subterráneas están contaminadas con desechos industriales. El segundo y tercer integrante del podio se destacan por ser países de bajos recursos económicos, en donde el líquido vital escasea y adquirirlo tiene un alto costo.

Jordania y Sudán, aunque ubicados en diferentes continentes, comparten la poca infraestructura para el tratamiento del agua y la escasez de lluvia en sus zonas. Nigeria, registra según UNICEF alrededor de 12% de todas las muertes de menores de cinco años del mundo, muchas de ellas vinculadas a las condiciones del agua; aunque en los últimos años el gobierno nigeriano ha impulsado proyectos de saneamiento de agua. Otro país dentro del ranking pero que ha tenido grandes avances según la OMS en este tema es Burkina.

Este ranking realizado por Unesco incluye también a países como Burundí en el que siete de cada diez habitantes de este país no tienen agua potable; República Centroafricana que actualmente recibe ayuda para sacar al país de la tragedia hídrica, y Ruanda que es uno de los países que más han avanzado en la lucha por el agua, recientemente, con ayuda de la ONU fue creada una planta hidroeléctrica que abastece de agua y electricidad.

Las reservas de agua dulce contaminadas no son fácilmente reutilizables.

Implementar y hacer cumplir leyes estrictas sobre la eliminación de desechos industriales y agrícolas es fundamental para comenzar a trabajar en soluciones sostenibles al problema. Las regulaciones deben garantizar que las empresas y agricultores adopten prácticas que minimicen la entrada de contaminantes en cuerpos de agua, además de fomentar el uso de tecnologías limpias en la agricultura y la industria que reduzcan la producción de contaminantes, como el uso de fertilizantes y pesticidas orgánicos y métodos de producción industrial menos contaminantes.

La educación y la concienciación juegan un papel crucial en la lucha contra la contaminación del agua. Educar a la población sobre la importancia de conservar y proteger las fuentes de agua, promoviendo prácticas responsables y sostenibles, puede generar un cambio significativo. Esto incluye campañas de concienciación sobre la reducción del uso de plásticos y la correcta eliminación de desechos.