A medida que avanza el tiempo, cobra más importancia el estudio del comportamiento de animales y plantas como indicadores del clima y el medio ambiente en general. La preocupación por el cambio climático y la creciente degradación de nuestros ecosistemas y la biodiversidad ha generado un gran interés por comprender y estimar los efectos que esto tendrá en los seres vivos.
Desde hace miles de años, el ser humano ha observado el comportamiento de ciertos animales y plantas que parecen ser capaces de predecir algunos aspectos del clima a medio o largo plazo. A lo largo de la historia, ha habido infinidad de creencias populares en torno a estas observaciones, algunas de las cuales han sido contrastadas por la ciencia y resultaron ser ciertas, y otras han carecido de evidencias confirmatorias.
Aunque parezca cierto que algunas especies son capaces de anticipar determinadas condiciones del medio (lluvias, cambio de estación, etc.), no debe olvidarse que los seres vivos actúan impulsados por la evolución: están seleccionados para maximizar ciertos parámetros biológicos dadas las condiciones ambientales actuales.
La biometeorología, es el campo de estudio científico dedicado a comprender las relaciones entre los organismos vivos y el medio ambiente, incluyendo el clima, la meteorología y la salud, y a menudo estudios de la agricultura, la silvicultura, medicina veterinaria y de disciplinas similares.La biometeorología animal es particularmente interesante para nosotros, ya que puede proporcionarnos información sobre el comportamiento anticipado de los animales (mamíferos, aves, peces, insectos) frente a condiciones meteorológicas variadas a corto y largo plazo.
Algunas especies parecen ser capaces de anticipar determinadas condiciones ambientales.
Existen, sin embargo, varios mitos y creencias populares en algunas regiones acerca de la capacidad de los animales para servir de "sismógrafos vivos" y/o "meteorólogos naturales". Entre los más frecuentes, encontramos los siguientes:
- Ranas y terremotos: Se cree que las ranas croan con más fuerza antes de un terremoto.
- Perros y gatos: Se dice que los perros aúllan y se muestran inquietos, mientras que los gatos desaparecen de casa antes de un sismo.
- Hormigas y terremotos: Las hormigas supuestamente abandonan sus hormigueros y recorren largas distancias antes de un terremoto.
- Tiburones y mareas: Los tiburones se alejan de las costas hacia aguas más profundas antes de tormentas o terremotos.
- Aves y cambios estacionales: Se ha observado que algunas aves migran anticipadamente antes de tormentas severas o cambios estacionales drásticos.
Muchas mascotas huyen antes de un terremoto, ¿podemos atribuir esto a la casualidad?
Si bien es real que existe la teoría de que los animales son capaces de predecir el clima, poder obtener evidencia científica que lo avale no resulta nada fácil. Aunque sí lo es continuar revisando creencias populares:
- Vacas y lluvia: En algunas culturas, se cree que las vacas se tumban en el suelo cuando se acerca la lluvia, ya lo anticipa el dicho “si las vacas ves descansar, cobijo has de buscar”. Posiblemente este comportamiento tiene una explicación más relacionada con el confort térmico y no necesariamente con la previsión del clima.
- Golondrinas: Otra creencia popular dice que cuando las golondrinas vuelan bajo es porque se avecina lluvia. Esta observación puede basarse en el hecho de que los insectos, su principal alimento, tienden a volar más bajo cuando el aire está húmedo y pesado.
- Elefantes y tsunamis: Se ha documentado que los elefantes pueden detectar las vibraciones del suelo provocadas por un tsunami y se desplazan a terrenos más altos antes de que el desastre ocurra.
¿Pueden ser los grillos termómetros naturales?
Aunque, como hemos dicho, la evidencia científica que respalda estas observaciones es limitada, es posible encontrar ciertos casos documentados. Por ejemplo, un estudio realizado en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, mostró que las perdices ajustan sus desplazamientos en respuesta a la cantidad de nieve, buscando áreas con menor acumulación durante el invierno y ascendiendo a áreas más altas en verano, donde la comida es más abundante. Otro caso es el de las investigaciones que han demostrado que el comportamiento del loro Kaka en Nueva Zelanda varía según los patrones climáticos oceánicos y los vientos alisios, seleccionando hábitats según la disponibilidad de alimentos influenciada por estos factores climáticos.
Volviendo a las creencias populares, es conocido que el metabolismo de los grillos es muy sensible a los cambios de temperatura. A diferencia de los mamíferos, estos no son capaces de autorregular su temperatura corporal, entonces cuando la temperatura ambiente es alta, los chirridos de los grillos aumentan su frecuencia. Existe entonces la creencia de que a través de una sencilla fórmula es posible calcular la temperatura exterior: para ello es necesario contar el número de cantos por minuto, dividirlo por cinco y restarle nueve. ¿Será real?¿Los grillos son termómetros naturales?